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“El Regalo de un Día Malo: Lecciones Inesperadas de los Días Difíciles”

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¿Cuándo fue la última vez que tuviste un mal día?, ¿esta semana, el mes pasado, el año anterior?, los días “malos” son parte de la vida, tienen una función y debemos saber gestionar. En este articulo nos acercamos “desde el cariño” a esos días que catalogamos “malos”, pero que quizás, no lo son tanto.

Hoy es un día malo para mí, se ha roto la nevera, y se me va a estropear toda la comida, y peor aún, un medicamento que debo tener refrigerado. Esto puede ser un ejemplo de día malo, pero quizás, para ti, querido lect@r, no sea nada más que una oportunidad para modernizar ese electrodoméstico que tenías granas de cambiar. La gestión de los problemas que en la vida nos va surgiendo, es una capacidad que vamos aprendiendo y que depende de nuestra forma de afrontarlos.

Te pongo otro ejemplo práctico, ¿cómo te sentiste la primera vez que tuviste un accidente de tráfico?, (algo leve espero); seguramente nervioso y no atinabas a rellenar el parte de accidente, quizás ni sabias ni cómo, pero cuando, como yo, llevas muchos pequeños incidentes de tráfico, te bajas ya con la seguridad de conocer cada uno de los entresijos de ese parte de accidente y se convierte, si solo es un tema menor, en un mero trámite.

Aprendemos de nuestros “días malos”, que pasan a ser algo menor y superable.
Cuando un amigo nos comenta su “día malo” nos damos cuenta de que para nosotros no es tan grave, porque nuestra escala de “días malos” es diferente a la de nuestro conversador.
Concluimos, pues, que los “días malos” son algo habitual, algo que tenemos que aceptar como parte de la vida, al igual que los momentos de felicidad o los momentos de amor; que si aprendemos de los “días malos” no solo los afrontaremos mejor en el futuro, sino que dejaran de tener esa categoría.

¿Son evitables los “días malos”?

¿Realmente queremos evitarlos y tener una vida sin obstáculos?
Mi opinión es que la función de los “días malos” es la de aprender, la de superarnos, su objetivo es mejorar nuestras capacidades y que tenemos que verlos como oportunidades que nos enriquecen.
Un último ejemplo.
Ese familiar/cliente (ponle la categoría que necesites) que alguna vez ante un error nuestro, nos ha echado una bronca monumental, de esas que todo el mundo que lo escucha dice “se está pasando”, una de esas que cuando acaba, tienes temor a volverte a cruzar con esa persona, de esas broncas que te tienes que callar, porque si no es peor y sin embargo sabes que no es justa. Pero si lo piensas bien, una vez extraído el mensaje inicial, y tomado nota de lo que debes mejorar (el motivo real de la regañina), el resto de la bronca es inocua, debe ser así para ti, sobre todo si piensas “no es que yo me merezca la bronca, es que esa persona necesita desahogarse” y es entonces donde lo que podría ser un “día malo” se convierte en una oportunidad para ayudar.

Querido lector o lectora los “días malos” solo están en nuestra cabeza, y solo nosotros tenemos la capacidad de decidir si aprendemos de ellos o no.
¡Tú decides!
Por JJ Frías, por definición, estoico.